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Biografía

Luis Miguel Seguí, en una imagen retrospectiva en blanco y negro.

Luis Miguel Seguí, en una imagen retrospectiva en blanco y negro.

 

El banco que permanece en el vestíbulo del edificio donde vivo es fiel testigo de mi llegada a Madrid. Recuerdo la primera vez que vine: acababa de terminar el último año de instituto (COU) en Oregón (USA). Llegué con toda la ilusión del mundo, a cumplir mi deseo: ser actor.

Recuerdo también que me alojé en el antiguo Hotel de los Toreros de la Plaza de Santa Ana, pero enseguida llegaron nuevas viviendas: en la primera planta de la Calle Carretas, 25; más tarde en la plaza de Cascorro, en pleno Rastro de Madrid, en la calle Jorge Juan…

Era ésta una época de pisos compartidos, de discusiones por los turnos de limpieza, de compras a medias, de fiestas interminables en las casas, y con ellas las quejas de los vecinos, que protestaban con toda la razón del mundo por nuestra juventud y nuestros insaciables y voraces deseos de VIVIR y de TRIUNFAR.

Podría decir que mi vida está llena de casualidades (o causalidades, como dirían algunos), y quizás mi llegada al antiguo Hotel de los Toreros en la Plaza de Santa Ana fuera una de ellas. Este hotel estaba a tan solo cuatro números de la calle Núñez de Arce, donde en esa época vivía Antonia San Juan, a la que jamás me encontré.

En Carretas 25, justo donde ahora vive casualmente mi hermano y desde cuya ventana, a veces, de un salto, vuelvo al balcón y al dormitorio que una vez habité y sentí míos, comencé a memorizar mis primeras escenas de teatro, y compuse personajes para mi trabajo como actor en la Escuela de Cristina Rota: O’neill, Shakespeare, Tenesse Williams, Chejov, Orton, Pinter, Coward, Ibsen, Molière, Lope de Vega, Calderón… Todos ellos y muchos otros fueron envenenando mi sangre y haciendo crecer cada vez más mi deseo latente de convertirme en un gran actor.

Cartel de Making Off, una de las primeras obras en las que trabajó Luis Miguel Segí tras su llegada a Madrid, cargado de ilusiones.

Cartel de Making Off, una de las primeras obras en las que trabajó Luis Miguel Segí tras su llegada a Madrid, cargado de ilusiones.

Y fue allí, en la Escuela de Cristina Rota, donde me encontré con los que todavía considero mis compañeros. Muchos de ellos son grandes actores que han triunfado. Fue allí fue donde comencé a sentir los nervios antes de salir a actuar. Recuerdo con ternura los besos de los compañeros, su apoyo, las tardes en las que quedábamos para ensayar, y la ilusión ¡sobre todo la ilusión! Esa que sigo y seguiré manteniendo siempre.

En la Escuela de Cristina Rota fue donde conocí a Manuel Hormigo. Él hizo posible el encuentro con Antonia, reuniéndonos para interpretar una obra escrita y dirigida por él mismo, que se titulaba «Making off», y en la que también participaban Alberto San Juan, Goya Toledo, Gustavo Salmerón, o Antonio Zabálburu, entre otros.

Hay una cosa que recuerdo con especial cariño: la representación de Jesucristo SuperStar en el mítico Florida Park (era todo playback), el trabajo musical de un fin de curso, que se representó por todo lo alto. La sala estaba llena, la emoción y los nervios corrían por los pasillos y camerinos del backstage. Yo hacía de Jesucristo. Es curioso que, siendo agnóstico como soy, fuera el papel que más deseaba interpretar, pero hacer de profeta no me sacó de mi agnosticismo ni me llevó a la religión. En todo caso me hizo más ateo de lo que ya era.

Si en Cascorro compartí piso con la actriz Pilar Castro y en Carretas con el actor Diego Paris, el boom de la locura llegó cuando me fui a vivir con Guillermo Toledo (también se sumó de nuevo Diego Paris) a la Calle Aduana. Ahora lo recuerdo con mucho cariño, pero en aquel momento convivir con el inesperado e imprevisible Willy Toledo era toda una aventura. Cada vez que llegaba a casa me encontraba con algo nuevo, gente extraña, alguna persona ebria tirada en mi cama, música a gran volumen, amigos, no amigos, chicas, gente en mi cuarto, alguno o alguna ebria durmiendo, otros tocando mi guitarra (algo que me tocaba mucho las narices, dicho sea de paso). Y por qué no decirlo, podías llegar a casa a las 2 de la mañana y te encontrabas una gran fiesta y una orquesta tocando en la gran terraza, eso sí, siempre con muy buen rollo y con ganas de compartirlo todo.

Antonia San Juan y Luis Miguel Seguí en una imagen retrospectiva

Antonia San Juan y Luis Miguel Seguí en una imagen retrospectiva

Poco a poco cada uno fue tomando su camino, Willy y Alberto crearon en la misma casa de la Calle Aduana el Grupo de Teatro Animalario. Allí mismo comenzaron los primeros ensayos de «Ración de oreja» y aquel banco del portal con el que empieza esta pequeña biografía desaparecía cada vez que el grupo tenía algún bolo en algún garito o pequeño teatro. Siempre me quedó una espinita, que por supuesto ya he superado, porque en su momento me dolió que no me invitaran a participar como actor en el grupo… Pero mi vida en aquel momento estaba a punto de cambiar.

El encuentro con Antonia en «Making Off» nos convirtió en amigos inseparables, tardes de té y café y otras de cine y teatro fueron forjando nuestra amistad.

En un gran acto de generosidad, cualidad que con creces caracteriza a Antonia, ella le pidió a un gran amigo suyo, Félix Sabroso, que dirigiera y escribiera «Los powerfull boys» para mi amigo Armando del Río y para mí, obra de la que guardo un bonito recuerdo.

Luis Miguel Segui en el rodaje de VO

Luis Miguel Segui en el rodaje de V.O.

Yo en esa época también le pasaba mis textos a Antonia. Solía escribir a todas horas, y ella solía leer todo lo que le entregaba con mucho cariño y me animaba a que siguiera escribiendo. De esos textos nacieron los cortos V.O., La China, monólogos y escenas de teatro que más tarde, y con la ayuda de Antonia, se pusieron en pie.

La noche del 22 de mayo de 1999, Antonia había ido a cenar con Pedro Almodóvar y con el equipo de la película «Todo sobre mi madre». Ella acababa de dar un gran salto, y aunque llevábamos por aquel entonces algunas semanas sin vernos, aquella noche, sobre la una de la madrugada, sonó el teléfono de mi casa. Era ella. Le pregunté dónde estaba, y me dijo que justo en el bar que había debajo de mi casa, el MAD, un lugar donde yo la había visto muchas veces actuar.

Aquella noche nos encontramos, y desde ese momento hasta el día de hoy hemos permanecido juntos.

En enero del año 2000 estrené mi primer espectáculo de monólogos dirigido por ella. Se llamaba «Hombres y alguna mujer«. Luego vendría la inauguración de nuestra productora, Trece Producciones, más tarde la gestión del Teatro Arlequín, producciones de teatro, de cine, y la serie televisiva «La que se avecina«, en donde me encontré por primera vez con mi querida Laura Caballero en un casting que nunca olvidaré.

El logotipo de Trece Producciones, la productora de Luis Miguel Seguí y Antonia San Juan, diseñado por su amigo David Delfín.

El logotipo de Trece Producciones, la productora de Luis Miguel Seguí y Antonia San Juan.
Diseñado por su amigo David Delfín.

Podría contar mil recuerdos y anécdotas (quizá utilice esta pagina web para seguir haciéndolo) pero por lo pronto y para no alargarme mucho lo dejaré aquí. Muchas gracias a todos los que me habéis acompañado en estos años: amigos, compañeros, familia, público y seguidores.

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